MUJERES EN LA HISTORIA: Ángela Ruiz Robles

 

Ángela Ruiz Robles (1895-1975)





Maestra e inventora. Pasó por distintas escuelas de León y Galicia. Su último destino fue el Colegio Ibáñez Martín, donde se jubiló como directora. Además de recibir varios premios por sus métodos educativos, Ángela Ruiz Robles desarrolló en 1949 la primera propuesta de enciclopedia mecánica que es el antecedente del libro electrónico o tablet.Maestra, pedagoga e inventora española, reconocida como la precursora del libro electrónico. Nació en Villamanín (León), hija de una familia acomodada (de padre farmacéutico y madre ama de casa). Cursó estudios superiores en la Escuela de Maestras de León, donde impartió sus primeras lecciones entre 1915 y 1917, enseñando taquigrafía, mecanografía y contabilidad mercantil. En esa época (1916), Ruiz Robles ya concibió su primera invención, un sistema taquigráfico (perfeccionado y desarrollado más tarde por su creadora en la década de 1940). En 1917, fue nombrada maestra y directora de la escuela de La Pola de Gordón (León) por acuerdo unánime de su junta municipal. Un año después, se desplazó a la pequeña aldea coruñesa de Santa Uxia de Mandía, cercana a Ferrol, tras ganar una plaza de maestra en las Oposiciones de Magisterio Nacional.

A lo largo de su trayectoria profesional docente, Ruiz Robles se caracterizó por una vocación innovadora e inconformista, de servicio desinteresado, comprometido y entusiasta hacia sus alumnos y su comunidad, pero a la vez con un propósito metódico y práctico, dando una gran importancia a la enseñanza de idiomas, al aprendizaje intuitivo o al uso de ilustraciones, siempre preocupada por la evolución del sistema educativo y de dar respuesta a los problemas del mismo. Tanto era así que, por ejemplo, el alcalde de la aldea llegó a amonestarla por montar a caballo a horcajadas, postura que entonces se creía exclusiva de los hombres y poco decorosa en una mujer, más aún si ésta era maestra infantil. Igualmente, tras finalizar su trabajo se acercaba a los hogares de sus convecinos, mayoritariamente analfabetos, para darles clases particulares sin contrapartida alguna. Toda aquella dedicación quedó reconocida en 1925, cuando sus vecinos le hicieron un homenaje público y le otorgaron una distinción especial por sus indiscutibles méritos. Además, tanto sus inventos como sus libros fueron alumbrados precisamente con la intención de mejorar la educación, haciéndola más fácil y atractiva para los alumnos. La valía de Ruiz Robles (o Doña Angelita, como cariñosamente fue conocida) era aún mayor si atendemos al contexto educativo español de aquellos años (incluidos los de la posguerra civil), donde la enseñanza en general era tediosa, con una rígida jerarquía y violenta en no pocas ocasiones.

En 1928, Ruiz Robles se trasladó a Ferrol. En 1934, fue nombrada gerenta de la Escuela Nacional de Niñas en el Hospicio de Ferrol, institución encargada de integrar socialmente a los niños abandonados a través de la instrucción primaria, la educación musical y la formación en oficios útiles a la ciudad (astilleros y obras públicas). Ese mismo año, la Comisión Depuradora del Magisterio de La Coruña abrió un expediente disciplinario a Ruiz Robles (de profundas convicciones religiosas) a causa de sospechas surgidas a raíz de una suscripción de 50 céntimos mensuales que hizo en buena caridad cristiana a favor de un fondo de ayuda a las familias de los maestros presos por motivo de la Revolución de Asturias. Finalmente, el expediente acabó archivado (1941) sin que Ruiz Robles llegara a ser sancionada.

Entre 1938 y 1970, Ruiz Robles publicó dieciseis libros de texto sobre diversas materias como ortografía, taquigrafía, mecanografía, gramática, historia y geografía. En dos de ellos, editados en 1938 y 1941, describía un sistema taquigráfico con el que escribir y traducir de manera más veloz gracias a una máquina con nuevos signos y caracteres enlazados de modo sencillo y sistemático, basados en las vocales martinianas, así llamadas en alusión al grabador valenciano Francisco Martí Mora (1761-1827), fundador de la taquigrafía española (1802) e inventor, además, de la pluma estilográfica (1803). Asimismo, el sistema de Ruiz Robles podía implementarse en cualquier idioma, incluido el esperanto, lengua artificial que ella misma conocía y que había sido creada como idioma universal en 1887 por el médico polaco Ludwik Zamenhof (1859-1917) a partir de una síntesis de las principales lenguas indoeuropeas, pero cuya práctica en la España franquista era desaconsejable al estar asociada con el marxismo y el anarquismo.

En 1945, Ruiz Robles logró un destino en el Instituto Ibáñez Martín de la ciudad ferrolana, del que llegó a ser su directora (1949-1959). Al mismo tiempo, daba clases gratuitas nocturnas en la Escuela de San José Obrero (integrada por alumnado procedente de los astilleros). A su vez, fundó la Academia Elmaca (denominada así por las iniciales de los nombres de sus tres hijas). En la academia, situada en el propio domicilio de Ruiz Robles, se formaban jóvenes de ambos sexos que habían quedado sin trabajo durante la durísima posguerra, con el fin de instruirles profesionalmente o de ayudarles a preparar exámenes de oposición o de ingreso en escuelas superiores. Además, la academia se convirtió en un centro social muy activo en la vida ferrolana, en el que se leían a personas analfabetas las cartas de sus familiares emigrados, se hacían tertulias literarias, se organizaba la distribución de alimentos o podían contemplarse las procesiones religiosas. Por toda esta labor pedagógica y social, Ruiz Robles recibió en 1947 la Cruz de Alfonso X el Sabio.


En 1949, registró su primera patente (no. 190.968) bajo el título de “procedimiento mecánico, eléctrico y a presión de aire para lectura de libros”. En la memoria descriptiva, Ruiz Robles expuso los objetivos de su invento: innovar la enseñanza para que fues más intuitiva y amena, conseguir el máximo de conocimientos con un mínimo esfuerzo adaptar el libro al progreso tecnológico (ejemplificado en la electricidad y los plásticos). Se trataba de que las lecciones de cada asignatura estuviesen separadas y dispuestas en diversas placas (hojas) que al ser accionadas mediante unos sencillos pulsadores se elevarían (mecánicamente o por aire comprimido) hasta mostrarse al alumno a través de una pantalla de plexiglás transparente y con capacidad de aumento. El aparato también tenía previsto que la página, al mostrarse, se iluminara mediante un pulsador eléctrico (activando una pequeña bombilla alimentada con pila) o mediante fosforescencia. Al ser un invento dirigido a los niños, la inventora tuvo en cuenta que no fuera ni pesado ni voluminoso y de fácil manejo, por lo que debía ser construido con materiales ligeros (plástico, goma elástica, papel, cartulina).

Aunque no aparecen reflejadas en la patente, Ruiz Robles diseñó para el “libro mecánico” (como ella misma lo denominó) dos placas para la enseñanza de gramática y de matemáticas con el dibujo de un cerdito flautista en el que aparecen inscritas varias cuestiones y sus respuestas, de manera que si, por ejemplo, se pulsaba la palabra “verbo”, entonces se iluminaba el texto “la palabra que expresa las acciones”, lo cual en sí mismo ya representaba un insólito y pionero ejemplo de enlace hipertextual, algo que no se realizará por completo hasta la llegada de internet a finales del siglo XX.

Al menos desde 1952, Ruiz Robles estuvo trabajando en su “Enciclopedia Mecánica”, un proyecto todavía más audaz y perfeccionado que el libro mecánico patentado años atrás. La inventora buscaba resolver los problemas de las enciclopedias escolares al uso, como su excesivo volumen o los desequilibrios en la extensión y comprensibilidad de los contenidos, que las convertían en productos caros, engorrosos, poco prácticos y sin unidad como libro. Las principales novedades eran la inclusión de superficies donde realizar anotaciones y borrar sucesivamente lo escrito, así como de elementos sustituibles con los que configurar la enciclopedia según las circunstancias culturales del momento y también un estuche para guardarla y portarla con comodidad.


La enciclopedia mecánica estaba dividida en dos partes que se abrían o cerraban como en cualquier libro. En la parte de la izquierda, se encontraban unos abecedarios automáticos con los que formar sílabas, palabras o pequeñas frases utilizando pulsadores mecánicos que, al ser presionados ligeramente, accionaban un dispositivo formado por trinquetes y ruedecillas de dientes de sierra que, a su vez, movía una rueda con el abecedario completo que giraba letra por letra mostrándose a través de una pequeña ventana. Debajo de estos abecedarios estaba previsto disponer de un plástico donde el alumno escribiera, dibujara o hiciera operaciones matemáticas.

La parte derecha tenía un par de cilindros situados en lados opuestos. En uno de ellos se insertaba una bobina desplegable en vertical con la asignatura y sus lecciones divididas en láminas que se desplazaban manual o mecánicamente (como en los antiguos papiros o en los modernos carretes fotográficos) de un cilindro a otro por detrás de una pantalla transparente con propiedades de aumento o graduada ópticamente para facilitar la comprensión y ayudar a los alumnos con problemas visuales. Cada asignatura iba en su correspondiente bobina, por lo que eran intercambiables, pudiendo asimismo ser guardada en el estuche. Igualmente, la enciclopedia tenía previsto incorporar luz eléctrica o textos en tinta fosforescente para usarse durante la noche.



Durante ese tiempo, Ruiz Robles intentó construir su enciclopedia, aunque sin éxito, debido a lo costoso de la inversión y al escaso apoyo de las autoridades educativas, así que decidió en 1962 registrarla bajo patente (no. 276.346) con el título “un aparato para lecturas y ejercicios diversos”. No obstante, la idea patentada suponía una simplificación del proyecto original, ya que se suprimían los sistemas mecánicos de pulsación y la iluminación, careciendo además su diseño de la anterior división en dos partes móviles, de modo que abecedarios y bobinas quedaban acopladas en el frontal de una caja compacta. El nuevo modelo diferenciaba dos áreas, una consagrada al aprendizaje de conocimientos elementales (lectura, escritura y cálculo) y donde las letras de los abecedarios eran seleccionadas pasando el dedo, mientras que la otra estaba dedicada al estudio de asignaturas, ahora dispuestas en tres pequeñas bobinas desplegables horizontalmente a mano y que se desplazaban igualmente detrás de una pantalla transparente con cualidades ópticas. El nuevo proyecto conservaba la idea de una lámina de plástico (abatible en este caso) para hacer anotaciones. La principal novedad respecto a la enciclopedia original era la inclusión de sonidos grabados y de diversos compartimentos para guardar las bobinas, material escolar de dibujo y pequeños instrumentos científicos (reloj, brújula, termómetro, barómetro).

Aquel año, en los talleres del Parque de Artillería de Ferrol, llegó a ser construido un prototipo, hecho en bronce (abecedarios), madera (bobinas) y zinc (caja), con unas dimensiones de 24 cm de alto por 22 de ancho y 6 de fondo, pesando en total algo más de 4,5 kg. Sin embargo, nuevamente los altos costes de producción impidieron su difusión comercial. En 1970, Ruiz Robles tuvo una propuesta para explotar económicamente su invento en los Estados Unidos, pero la rechazó porque quería que los beneficiarios fuesen exclusivamente los españoles. Un año después, la compañía Instituto Técnico de Especialistas en Mecánica Aplicada, S. A. (ITEMASA) se interesó por la enciclopedia y realizó un plan de viabilidad que preveía la fabricación de 10000 unidades en acero y plástico, cada una con un peso de 150 gramos y a un precio entre 50 y 75 pesetas (asequible a todas las familias). Pero, una vez más, la cantidad de dinero (100.000 pesetas) que la inventora debía desembolsar escapaba a sus posibilidades.

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